La energía tachyónica es una de las muchas formas de energía, invisible para la mayoría de nosotros y similar a todas las demás que nos rodean y pasan a través de nosotros todo el tiempo, sin que seamos conscientes de ello.

Lo que dice la física

La existencia de la energía tachyónica fue demostrada y definida matemáticamente por primera vez en 1964 por el físico estadounidense Gerald Feinberg.
Eligió el término “tachyon” (del griego tachus, rápido) para destacar sus características: los tachyones son partículas subatómicas no polarizadas y sin masa que viajan más rápido que la luz. Se denominan partículas supralumínicas. (Véanse los trabajos de Regis Dutheil).
Tienen energía propia y se definen como una forma de energía cósmica libre que rodea el planeta y penetra en la materia sólida. No están limitados por el tiempo ni el espacio.

Su primer efecto notable es equilibrar y “restablecer el orden” allí donde sea necesario, ya que crean un campo de energía organizada que afecta positivamente a la zona elegida.

A nivel de la conciencia

Las propiedades esotéricas de los tachyones revelan la importancia de esta forma de energía. Como toda la materia, los tachyones son conscientes y reaccionan con fuerza a su entorno y a las necesidades de quienes les rodean.
Son una manifestación de la conciencia Una y un vehículo de transformación.

Utilizamos la intención pura o la intención completa (intención al punto cero) para dirigir y acompañar el flujo de tachyones.

De la partícula al objeto físico

Mediante un proceso único denominado tequence, somos capaces de generar un campo de tachyones alrededor de un objeto fabricado con un material noble (vidrio, cristal, oro, plata, seda, etc.). Visite la tienda
Gracias a este campo concentrado, podemos dirigir la energía de los tachyones en función de nuestras intenciones para obtener un efecto equilibrante y energizante.

Ver “Lo que los tachyones pueden hacer por ti”

Ver “Cómo utilizar un tachyon.”